¡Tengo Hambre! Pero estoy a dieta ¡Qué alguien me ayude!
| On Feb26,2016Cuantas veces no decimos ahora sí me pongo a dieta. Sin embargo pocas horas después de habernos hecho esta solemne promesa pasamos por la cafetería y el delicioso aroma de un pan recién horneado comienza a embrujarnos.
Si bien escapamos ante esta tentación, una hora después llega el jefe y te exige los reportes de tu último mes de trabajo, y ahí sí, el estrés se te va al cielo. Te comienzan a sudar las manos y quieres salir corriendo. Es cuando comienzas a devorar todo lo que encuentras a tu paso. Y cuando llega la hora de la comida tus buenos deseos han desaparecido. La intención del “ahora sí” me pongo a dieta… el “yo puedo” se derrumbaron.
Hambre Real o Emocional
¿Te has puesto a analizar tu hambre?
Si analizas tu estilo de vida, tus alimentos favoritos y horarios de comidas te podrás dar cuenta que en muchas ocasiones intentamos llenar un vacío emocional con la comida, éstos pueden una combinación de ira, ansiedad, tristeza o soledad.
Entonces ¿son malas las emociones? Para nada.
Las emociones son nuestra guía natural, nos informan y alertan acerca de nuestro mundo psíquico, entonces si las bloqueamos con comida perdemos el enfoque y se genera un desorden emocional y alimentario.
¿Cómo podemos recuperar el control?
Los especialistas recomiendan aprender a tener una alimentación consciente, que nos permita tener un peso saludable.
Una buena forma de iniciar es construyendo un “entorno seguro” y amoroso, en donde sea te sea fácil tomar las mejores decisiones para tu cuerpo.
Al principio generar este ambiente quizá te suene complicado, sin embargo realmente es más fácil de lo que imaginas. Basta iniciar con unas pequeñas acciones que reflejen amor, paciencia y comprensión hacia tu persona.
Intenta el siguiente reto: Durante 30 días seguidos di frente al espejo lo mucho que te amas incondicionalmente. Haz esto durante un par de minutos dos o tres veces al día. Te sorprenderás de lo mucho que cambia tu entorno cuando te das amor.
Respira. Otra forma de reconocer y tratar las emociones es a través del ejercicio y respiraciones profundas. En esos momentos en que sientas un “ataque de hambre” tomate un tiempo para salir a caminar. Respirar aire fresco te puede ayudar a identificar el origen de tu apetito, así lo podrás controlar mejor.
Si aún después de ese tiempo de relajación te continúa la sensación de hambre, entonces toma un tentempié sano. Algunas ideas pueden ser unos palitos de apio tierno con queso panela o una Gelatina Polisalud, que contiene fibra y te ayuda a bajar de peso, combinada un par de nueces o almendras. Lo importante es que disfrutes tu comida. Mastica cada bocado entre 15 y 20 veces, y centra tu atención en las sensaciones de la boca y en los movimientos de tu lengua.
Toma agua. Muchas veces la deshidratación puede confundirse con apetito. Toma un vaso con agua cada hora del día, es decir, aproximadamente ocho vasos durante toda tu jornada.
Sonríe. Alimenta tu corazón y tu espíritu de momentos alegres, que te hagan sentir pleno y lleno de satisfacción. Una buena forma de lograr esto es conviviendo con amigos y familiares, disfrutando de la naturaleza y de ti.
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